Después de haber vivido desde adentro la crisis de efectos visuales en Norte América, y ahora como director de un estudio en Colombia, he ido identificando algunos factores que a mi modo de ver han retrasado el florecimiento de la industria de la animación en Colombia.
1. Debemos superar la ilegalidad
Para nadie es un secreto que las licencias del software necesario para crear mundos digitales, independientemente del fabricante, son inaccesibles para muchos de los estudios que operan en el país. Así que no es raro ver que los artistas de un estudio en Colombia manejen más de 5 programas diferentes en sus flujos de trabajo cotidianos, pues al final nadie pregunta por las licencias y mientras las entregas se cumplan, todos quedan satisfechos. Pero ¿Realmente es necesario? ¿Acaso en verdad estamos generando un diferencial que ponga en evidencia todo ese despliegue técnico? Yo creo que no, y como se lo explicaba a un amigo que no entiende mucho sobre 3D, creo que eso es como tener un Ferrari sólo para ir a hacer mercado los domingos.
Sin embargo, no digo esto para evangelizar a las empresas para que compren las licencias (aunque sería lo ideal), lo digo porque creo que los primeros afectados son los artistas.
Lo que ha fomentado la ilegalidad es el uso no eficiente de las herramientas. Los estudios no se concentran en crear flujos de trabajo sostenibles, ni buenas prácticas. Si, muchos artistas saben manejar -más o menos- las mismas herramientas que se usan en las grandes producciones de Hollywood, pero entre convertir archivos, encontrar problemas de integración entre las herramientas y demás, los artistas terminan dedicando gran parte del tiempo a resolver problemas periféricos, eso retrasa la producción y terminan trabajando en jornadas extenuantes de más de 12 horas (aunque sólo reciben el pago de una jornada laboral de 8 horas) ¿Suena familiar? Pregunto: ¿No sería mejor manejar menos herramientas pero manejarlas bien? A mi modo de ver, en los procesos creativos, no hay nada que tenga más valor que una mente fresca.
2. Hay que construir una comunidad cooperativa
Hace poco asistí a Colombia 3.0. Trajeron a grandes conferencistas de los mejores estudios del mundo para que hablaran sobre sus experiencias de producción. Un gran logro que aplaudo y que espero en el futuro se siga repitiendo. Sin embargo, lo que me llamó la atención fue ver el otro lado del auditorio, no los conferencistas, sino los asistentes.
Más allá de asistir a las muestras del trabajo impresionante que desarrollan los estudios de California – que siempre serán emocionantes – me pregunto con qué se quedaron los asistentes y me refiero a cosas tangibles y concretas. ¿Cuántas personas conocieron que pudieran ayudarles a crecer artística y laboralmente? Vi más estudiantes y aspirantes a artistas digitales, que representantes de estudios.
Mientras viví y trabajé en Vancouver tuve la oportunidad de asistir a conferencias casi que semanalmente. Lo que estas conferencias buscan es compartir el conocimiento, pero sobre todo conectar a los artistas con los estudios, intercambiar ideas, saber qué está pasando y por qué está pasando. Si algo ha favorecido el crecimiento de la industria de los efectos visuales en Norte América es una política generalizada de puertas abiertas: las experiencias de un estudio en una producción determinada, son compartidas abiertamente y se convierten en la plataforma para el desarrollo de nuevos estándares en los flujos de trabajo de la industria en general. Pienso que puntos de encuentro como estas conferencias deben favorecer el crecimiento de la industria, pero sobre todo es importante entender que una industria no se forma con uno o dos estudios exitosos, una industria se basa en una comunidad cooperativa que persigue un interés común: producir más y mejor.